27.1.11

Capítulo 8.

Se despertó con el recuerdo de haber estado llorando antes de conciliar el sueño. Aunque había hablado con Alex aquella noche, cuando éste se marchó de su habitación, explotó. Había estado conteniéndose todos aquellos días, intentando no recordar la escena que tuvieron Alex y su… prometida. Se agarró fuertemente al cojín que tenía a su lado y escondió su cabeza en él. No quería aceptarlo. No podían comprometerle… Las lágrimas comenzaron a brotar de nuevo.
-Kristin… ¿Estás bien?
La señora Xaver había abierto la puerta de su habitación, y ella ni siquiera se había enterado. Se secó las lágrimas e intentó sonreírle.
-Sí… -dijo con un hilo de voz.
Sabía perfectamente que no la creía, pero no hizo más preguntas sobre el tema. Se acercó a la cama y se sentó en el borde secando la última lágrima de Kristin con su pulgar.
-Vístete, vamos a ir a montar a caballo, así te despejarás.
Aquella mujer era tan cálida. Su sonrisa era como una cura para el dolor. Se levantó y volvió hacia la puerta.
-¿Y Alex?-preguntó la joven casi sin pensar.
-Ya está desayunando-contestó la mujer antes de cerrar la puerta.
Se destapó cuando escuchó los pasos de su madre alejarse. La idea de montar a caballo no le gustaba demasiado. Había dado un par de clases cuando comenzó a vivir con la familia Xaver, pero se había quitado por su impaciencia al no poder manejar como quería al animal. A partir de ahí le había cogido algo de miedo a montar, pero sabía que no iban a ir a “montar a caballo” exactamente, sino a ver a Alex haciendo eso mismo. Él aún seguía en esas clases, había sabido sacarle más provecho que su joven hermana.

-Buenos días dormilona, ¿se te han pegado las sábanas?
Kristin frunció el seño mientras cogía asiento frente a aquel chico tan bromista. No le habló. Si él supiera cómo había pasado la noche por su culpa, quizás entendería por qué hoy no le hacía gracia su comentario. Levantó la mirada. Alex estaba mirándola fijamente, cómo si quisiera decirle algo; entonces se acordó de la conversación que tuvieron la noche anterior.
-No he dormido bien…
Él sonrió y siguió con su tostada.

Cuando terminaron de desayunar tomaron camino hacia los establos los cuales se encontraban a las afueras del vecindario. La familia Xaver tenía comprado su propio caballo para las clases de Alexander, cuando Alex abrió la cuadra donde estaba y comenzó a tirar de las riendas para sacarlo, Kristin retrocedió un paso asustada; era enorme, totalmente negro, y con un encantador brillo en sus ojos, aún así se alejó lo máximo que pudo sin que pareciera que estaba huyendo.
-Alex, nos sentaremos en las gradas, ¿vale? Sabes que Napherti y la familia Zac vendrán luego, no tardes en aparecer.-comentó su madre.
Kristin pensó que su corazón había dejado de latir cuando escuchó el nombre de su prometida pero, para su asombro, seguía viva. Iba a darse media vuelta para acompañar a la señora Xaver cundo sintió que su hermano le puso la mano en el hombro.
-Quédate, quiero enseñarte algo…-le dijo con una sonrisa.- Te la devuelvo en unos minutos, ¿vale mamá?
Aunque no parecía convencerla del todo, su madre sonrió, retomando el camino hacia las gradas. Kristin quedó frente a su hermano, intrigada por lo que le enseñaría. Alex le dio la espalda por un momento y se subió a su caballo. Le tendió la mano a su hermana y esta se negó casi con pánico.
-Vamos, si lo llevo yo…-suplicó su hermano.
-No Alex, sabes que no me gusta. No quiero. No.
-Si no te montas no podré enseñarte lo que quiero que veas…-se estaba poniendo seductor.
No sabía cuantas veces se había repetido a sí misma que no caería cuando Alex la mirara de la forma en que la estaba mirando en aquel momento. Deseaba montarse con él, pero hubiera preferido otro medio de transporte.
-Está bien… cedió.
La tomó del brazo y entre los dos consiguieron que se subiera al caballo. Alex cogió sus manos y las entrelazó en su cintura. “Agárrate” dijo. Y eso hizo ella; agarrarse con todas sus fuerzas. Primero comenzó caminando lentamente, parecía como si fuera una prueba de confianza, para luego empezar a cabalgar. Ella cerró los ojos mientras intentaba mantener la estabilidad agarrada a su hermano. Parecía que no iba a parar nunca, y que si abría sus ojos se marearía al ver pasar todo tan deprisa frente a ella. El caballo tomó de nuevo un ritmo lento. Kristin abrió sus ojos para ver que no estaba en los establos, sino en medio de un pequeño bosque. Podía escuchar los trotes, relinches y al público a lo lejos. Pero en aquel lugar no había nadie, solo naturaleza.
Alex se bajó del caballo y ayudó a su acompañante a hacer lo mismo. Esta dio un paso torpe hacia él con la cabeza cabizbaja.
-¿Estás bien?-preguntó preocupado Alex.
-Un poco mareada…-murmuró Kristin.
El joven la rodeó con sus brazos fuertemente. No quería que se desplomara en aquel lugar. Kristin le correspondió y escondió su cabeza en el pecho de su hermano. Pasaron un tiempo así, sin decir nada. Alex se separó un poco para ver el rostro de la chica.
-¿Mejor?
-¿Si me pongo mejor dejarás de abrazarme…?-preguntó entrecortadamente Kristin.
Pudo ver los ojos humedecidos de su hermana y volvió a estrecharla entre sus brazos. “Tonta…”-susurró.
-¿Por qué me has traído aquí?-preguntó ésta volviendo a esconder su rostro.
-¿No hay veces que te gustaría desaparecer por un momento? Irte lejos...
Escuchaba la voz de su hermano en su oído, calándole hasta el fondo. Quedaron de nuevo en silencio, hasta de decidió preguntar.
-¿Por qué la besaste…?
Se sintió como si le hubieran descubierto haciendo algo que no debía. Él había sido el primero en recriminarle a Kristin todas las semanas que le había ignorado, pero él hubiera hecho lo mismo. ¿Una explicación para lo que hizo? No tenía verdaderos motivos. Se había sentido presionado a darles una satisfacción a su madre y a la madre de Napherti, sin haber tenido en aquel momento en cuenta los sentimientos de su hermana.
-No lo sé…
-Claro…
Se separó de Alex dejando ver el recorrido de sus lágrimas hasta su barbilla. Se las secó con la manga de su largo vestido de tela fina y le volvió a mirar.
-Volvamos al establo, no quiero que mamá se preocupe, además, hay alguien que deseará verte…
Notaba la rabia, la ironía, de sus palabras. No hacía más que empeorar las cosas. Se subió al caballo y volvió a ayudarla a subir. Notó sus manos entrelazadas en su cintura, pero su cuerpo más distante. Tomó las riendas y puso camino de nuevo hacia el establo.

1 comentario:

  1. T_T por dios que no se case con la napherti :o de verdad con lo que se quieren T_T ;D tengo ganas del siguiente capitulo como siempre ,D besos

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